La farsa de Priscila: Cuando la realidad virtual superó la ficción
Salta, Argentina – El país entero fue testigo de una historia que mantuvo en vilo a la opinión pública, movilizó a las redes sociales y acaparó la atención de los principales medios de comunicación. La protagonista, Priscila Quesada, de 20 años, tejió una red de engaños que culminó en un desenlace tan inesperado como indignante, dejando al descubierto las debilidades de la comunicación actual y la dificultad para distinguir la realidad de la ficción.
La búsqueda de Priscila se extendió por toda la provincia, con la participación de fuerzas de seguridad, medios nacionales y una comunidad angustiada. La joven había afirmado a través de mensajes en redes sociales estar embarazada de mellizos y sufrir un tumor cerebral, construyendo una narrativa dramática que, a pesar de mostrar fisuras, mantuvo la credibilidad de muchos.
El descubrimiento de la verdad
Finalmente, Priscila fue localizada sana y salva en un inquilinato de Aguaray, acompañada por un hombre al que, supuestamente, conoció tras huir de Orán con la intención de cruzar a Bolivia. La revisión médica legal disipó todas las dudas: nunca estuvo embarazada ni padecía un tumor. Todo formó parte de una farsa meticulosamente planificada.
Este caso, que utilizó incluso imágenes generadas por inteligencia artificial y múltiples números de teléfono para sostener el engaño, manipuló no solo a la opinión pública, sino también a su propia familia, que vivió horas de desesperación.
El descargo de la familia y la reflexión final
Un integrante del círculo íntimo de Priscila rompió el silencio en redes sociales, expresando una profunda bronca y devastación. Agradeció a las fuerzas de seguridad y a los medios por la difusión, pero condenó enérgicamente la conducta de la joven: «Mi familia está devastada. Pasamos noches enteras sin dormir, temiendo lo peor. Tu madre y tu primo viajaron desde Buenos Aires desesperados por encontrarte. Y vos, sin corazón, jugaste con todos nosotros».
El mensaje también hizo hincapié en la necesidad de ayuda para Priscila y pidió perdón a quienes se involucraron de buena fe, reconociendo que también fueron víctimas del engaño. La advertencia final fue clara: «Ojalá nadie más tenga que pasar por algo así. Hay que estar alerta ante este tipo de conductas».
Actualmente, el comportamiento de Priscila está siendo evaluado por la Justicia, que investiga si existen responsabilidades penales por su accionar. Este caso sirve como un poderoso llamado de atención sobre los peligros de la desinformación en la era digital y la facilidad con la que se pueden construir realidades paralelas.