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La Epopeya Marrón y Blanca: Platense se borda la primera estrella

Santiago del Estero fue testigo hoy de un hito histórico en el fútbol argentino. El Estadio Madre de Ciudades vibró con la final del Torneo Apertura 2025 entre Huracán y Platense, un duelo que prometía emociones y que, finalmente, coronó a un campeón inédito: el «Calamar» de Vicente López. Con un golazo de Guido Mainero, Platense se impuso por la mínima (1-0) y rompió un maleficio de décadas, alzando su primer título en la máxima categoría del fútbol argentino.
El partido, arbitrado por Facundo Tello Figueroa, se planteó desde el inicio como una verdadera final: friccionado, con pocas chances claras en el primer tiempo y mucho nerviosismo en ambos bandos. Huracán, con la experiencia de su DT Frank Darío Kudelka, buscó imponer su juego, pero se encontró con un Platense sólido, bien parado y con la convicción de quien sabe que está ante la oportunidad de su vida.
La primera mitad terminó sin goles, con ambos equipos midiendo fuerzas y priorizando el orden defensivo. Las pizarras tácticas de Kudelka y de la dupla Orsi-Gómez parecían anularse mutuamente, generando un ajedrez en el mediocampo donde la tenencia y la recuperación eran moneda corriente.
Pero el segundo tiempo trajo consigo el momento que quedará grabado para siempre en la memoria de los hinchas de Platense. A los 18 minutos del complemento, Guido Mainero, el hombre de la tarde, aprovechó un rebote en el área, conectó una volea espectacular y la clavó en el segundo palo, desatando la euforia calamar. Un verdadero golazo que valió un campeonato.
A partir de ese momento, Huracán salió con todo en busca del empate, realizando cambios ofensivos como los ingresos de Leonardo Sequeira, Gabriel Alanís, Matías Tissera y Hernán De La Fuente, pero la defensa de Platense, liderada por Cozzani en el arco y una retaguardia inquebrantable, resistió cada embate con coraje y determinación. El «Globo» intentó por todos los medios, apelando a la jerarquía individual, pero la fe y el orden defensivo del Calamar fueron superiores.
Los minutos finales fueron un suplicio para los de Vicente López, con Huracán volcado al ataque y el reloj que parecía no avanzar. Sin embargo, el pitazo final de Tello desató el delirio. Platense, que había eliminado a grandes como Racing, River y San Lorenzo en su camino a la gloria, coronó una campaña soñada, demostrando que con trabajo, humildad y una convicción inquebrantable, los sueños pueden hacerse realidad.
Este título no es solo una copa para Platense; es la culminación de un proceso, la recompensa a años de lucha y la confirmación de que el fútbol, a veces, sabe premiar la perseverancia. La «estrella marrón y blanca» ya brilla con luz propia, y el Calamar, hoy, escribe la página más gloriosa de sus 120 años de historia. ¡Salud, campeón!